Los tomates de colgar son una de las variedades de tomate que puede conservarse fresco durante varios meses tras haberlos recogido de la mata y además de ser sabrosos, son jugosos.
Hubo una época en la que los tomates de colgar eran muy valorados porque permitían disfrutar del sabor del tomate fresco fuera de temporada. Entonces no se utilizaba apenas la producción en invernaderos y tampoco existían los medios de conservación de los alimentos que actualmente existen.
La agricultura ha vuelto a potenciar la comercialización del también llamado “tomàquet de ramallet” , cada vez son más los consumidores que los solicitan, especialmente consumidores de otros países como puede ser Alemania. Por el momento, ese país sólo importa unos 2.000 kilos de tomates de colgar al año, pero es previsible que aumente esta cantidad dado el carácter ecológico de las nuevas plantaciones y la capacidad de conservación que ofrecen.
Recordemos que Alemania, Dinamarca o Austria, entre otros países, son los que más alimentos ecológicos consumen y también los que más valoran este tipo de productos que no necesitan sistemas de conservación tecnológicos.
Valencia y Catalunya son los mayores productores del tomàquet de ramallet, o tomate de colgar, aunque su mayor consumo se realiza durante los meses de invierno, cuando la única producción de tomates que existe proviene de invernaderos o de la importación de otros países. Las reglas para su conservación son muy sencillas, colgar los tomates en un lugar seco y fresco una vez recolectados.
Los tomates de colgar ofrecen una gran cantidad de pulpa y son ideales para preparar el tradicional pa amb tomàquet (pan con tomate), si todavía no has probado esta variedad de tomates te recomendamos hacerlo, aunque son un poco más caros, vas a notar una gran diferencia tanto en los guisos, como en los bocadillos o en el plato en el que los incorpores.
Vía | las Provincias