Plantas de Guisantes

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Plantas de Guisante

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1. Preparación del terreno.

El guisante no requiere labores demasiado profundas, pero sí que la tierra quede suelta, bien aireada y mullida.
Para ello se llevan a cabo 1 ó 2 labores de vertedera según las necesidades que presente el terreno; posteriormente un pase de grada de discos con el que se enterrarán los abonos minerales, otro de cultivador y para finalizar un pase de tabla, que dejará la capa superficial del suelo formada por pequeños agregados.

2. Siembra.

El guisante es un cultivo de invierno-primavera. Según las regiones, puede sembrarse en otoño, prolongándose su ciclo hasta finales de primavera; y también puede sembrarse en enero-febrero, llegando su ciclo hasta el comienzo del verano.
Dado que es una especie que tolera bien las bajas temperaturas invernales, incluyendo las heladas, puede adaptarse el ciclo de cultivo a los requerimientos de cada zona.

Antes de efectuar la siembra se recomienda recubrir las semillas con una mezcla de insecticida y fungicida, como Piretroides, Diazinon, entre los primeros, y Captan y TMTD entre los segundos.

La inoculación artificial de la semilla o de los surcos de siembra es una alternativa a tener en cuenta en los casos en los cuales se detecta que las cepas nativas de Rhizobium no son suficientemente activas.

La siembra es directa, a una profundidad de 4-5 cm y puede realizarse de forma manual o mecanizada, en ambos casos se realiza a a chorrillo y con densidad de 100-200 kg/ha, según el grosor de las semillas, ya que cuando se trata de semillas pequeñas hay que reducir la cantidad. Las siembras a golpes, también se realizan, separando los golpes en las líneas de 30 a 40 cm.

Desde que nacen las plantas hasta que se inicia la floración, cuando las temperaturas son óptimas, suelen transcurrir entre 90 y 140 días, según variedades.

El cultivo puede disponerse en surcos o en cuadros, este último sistema es más efectivo en las variedades de enrame, generalmente tirabeques, ya que facilita la labor de entutorado de las parcelas.

3. Riego.

Este cultivo en óptimas condiciones de humedad del suelo necesita pocos riegos. No necesita mucha humedad y los riegos han de ser moderados.

Cuando se riega por gravedad, antes de la siembra, es necesario dar un riego para que el suelo tenga humedad suficiente cuando reciba la semilla. Después, si el cultivo es de otoño-invierno, con un par de riegos es probable que sea suficiente, si es de invierno-primavera necesitará 3 ó 4 riegos.

Como épocas importantes, en cuanto a la necesidad de humedad, hay que considerar la de floración y cuando las vainas están a medio engrosar.

En riego por gravedad, después de cada riego pueden aplicarse unos dos gramos por metro cuadrado de nitrógeno, no rebasando en total los 10 gramos de N. 

4. Abonado.

Al ser un cultivo de relleno y poco exigente en materia orgánica no es conveniente estercolar. Es también poco exigente en abonos minerales. Es aconsejable echar antes de la siembra unos 25 gramos por metro cuadrado de abono complejo 8-15-15.
La simbiosis con Rhizobium debería permitir el cultivo con bajo aporte de nitrógeno, pero la insuficiente presencia de cepas nativas de bacterias y/o su baja capacidad infectiva y de nodulación aconsejan una aporte mínimo de nitrógeno.

En invernadero, generalmente no es necesario estercolar, ya que se trata de un cultivo secundario poco exigente en materia orgánica. Así mismo, los requerimientos en elementos minerales son relativamente bajos.
El abonado de fondo, puede realizarse a razón de 25 g/m2 de complejo 8-15-15.
En cobertera, cuando el sistema de riego es por gravedad, es común el aporte de nitrógeno a razón de 2 g/m2, sin que el total rebase los 10 g/m2.

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